Desde el siglo XVIII viendo pasar a la gente

 


Casa del siglo XVIII,
testigo de historias y vidas,
con sus paredes centenarias,
que el tiempo erosionó sin piedad.

Una vez majestuosa y orgullosa,
ahora yace derrumbada y derribada,
por el paso del tiempo y la negligencia humana,
que la dejaron sola y abandonada.

Las vigas de madera que sostuvieron su techo,
ya no resisten el peso del olvido,
y las paredes que fueron testigos mudos,
hoy se desploman sin remedio.

En su día fue hogar de familias,
que compartieron alegrías y penas,
y también fue testigo de momentos históricos,
que la memoria humana aún conserva.

Pero ahora su imagen es desoladora,
y su ruina despierta tristeza y nostalgia,
porque aquella casa del siglo XVIII,
se merecía un final más digno y una mejor suerte.

Que su ejemplo nos sirva de lección,
para cuidar del patrimonio cultural,
y para preservar nuestra historia y memoria,
antes de que sea demasiado tarde para actuar.

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